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Por la desembocadura del río Gállego - Leica Minilux + Fujifilm Neopan 100 Acros

Ya hace un mes casi desde que revelé este carrete de fotografías en blanco y negro, y más de un mes desde que lo expuse en un paseo vespertino de sábado que dimos entre el puente de Santa Isabel sobre el río Gállego, la desembocadura de este en el Ebro y el cruce del Azud, todo ello en la ciudad de Zaragoza. Este carrete era el último de Fujifilm Neopan 100 Acros, una excelente película negativa en blanco y negro de la casa japonesa. Película que me gusta mucho pero que dejé de comprar en el momento en que se anunció su cese en la fabricación. Y que la comercialización duraría lo que durasen los remanentes de producto fabricado.

Ante una situación como esta, hay muchos fotógrafos que optan por comprar y almacenar grandes cantidades del producto que les gusta, y conservarlo en el congelador o, al menos, en el refrigerador. Lo cual genera de inmediato, y ante la escasez previsible del producto, una subida de precio apreciable. Personalmente, ante el hecho irremediable, opto por adaptarme. Por ello poco a poco voy centrándome en los productos de Ilford, que parecen los más estables en el mercado, los más disponibles, no son los más baratos pero tienen precios razonables, y tienen buena calidad. Pero bueno, en algún momento había que utilizar ese último carrete de Acros.

La película Acros se ha caracterizado siempre por su contraste suave y su progresiva gama de grises, capaz sin embargo de ofrecer negros profundos, siempre dependiendo de cómo se exponga y se revele. A mí me gustado para retrato, menos para reportaje, pero bastante para paisaje, tanto natural como urbano. En este paseo, nos encontramos en una situación de paisaje mixto, entre los suburbios de Zaragoza y el entorno natural de la desembocadura del río Gállego en el río Ebro, y los sotos adyacentes.

El revelado, sin mucho misterio. El recomendado en el Massive Dev Chart para el revelador Kodak HC-110, dilución B (1+31), 5 minutos 30 segundos a 20 ºC. Agitación inicial de 30 segundos, y cuatro inversiones tranquilas cada minuto hasta el final del revelado.

Quizá la cuestión más característica fue la de usar la Leica Minilux, cámara compacta cuya principal virtud, dejando aparte la estética del aparato, es las bondades de su objetivo Summarit 40 mm f/2,4, muy reputado por su nitidez. Aunque a falta de la posibilidad de colocarle un buen parasol, su resistencia a la pérdida de contraste en contraluces o con fuentes de luz potente en el cuadro es apreciable, pero no infinita. Y a veces se nota. Por lo demás, para este tipo de fotografía tranquila va muy bien. No es muy ágil, por lo que en reportaje tiene sus limitaciones. Y habitualmente la uso más con película negativa en color, mientras que uso otras cámaras con más facilidad para controlar la exposición con película en blanco y negro. Pero la posibilidad de usarla en prioridad del diafragma y enfocar por zonas, me parece un punto a favor importante de la cámara.

Así pues, os dejo con unas cuantas fotografías de ese paseo, con el regusto de que creo que ahora sí, ya he agotado los rollos de película Acros que me quedaban, y que de momento me parece improbable que vuelva a usarla. Aunque nunca se sabe.

Pasarela del Bicentenario y río Ebro - Minox GT-E + Ilford HP5 Plus 400

Hace un par de días hice un pequeño adelanto sobre este carrete de Ilford HP5 Plus 400 que expuse con la Minox GT-E durante un paseo de sábado por la tarde. No tuve ocasión de comentar muchas cosas, porque andaba mal de tiempo. En esta continuación espero poder explayarme un poquito más.

El último sábado del mes de marzo salimos a pasear por La Cartuja Baja y los alrededores de la pasarela del Bicentenario sobre el río Ebro. Parece que lo del "bicentenario" viene de la guerra contra los franceses. Lo cierto es que este paseo vino motivado por el hecho de que unos días antes habíamos intentado llegar a este entorno natural en el río Ebro, pero se nos hizo tarde y llegamos con el sol ya escondido. Y queríamos estar presentes a la puesta del sol.

Llevé tres cámaras. La Minox GT-E con película negativa en blanco y negro, Ilford HP5 Plus 400, la Leica Minilux con película negativa en color, Fujicolor Superia 400 XTra, y la Panasonic Lumix G9 con captura electrónica digital. Las fotografías digitales ya las he ido trasteando, son aceptables, pero sin más. Los negativos en color están en el laboratorio. Y como digo, de los negativo en blanco y negro ya adelanté algo hace un par de días.

Expuse la HP5 Plus en la Minox GT-E ajustando el fotómetro de la cámara a un índice de sensibilidad de 320 en lugar del 400 que es la sensibilidad de la película. Luego el revelado fue normal, como si hubiese sido expuesta a dicha sensibilidad nominal, en Kodak HC-110, en dilución E (1+47), durante 7:30 minutos a 20 ºC. Sinceramente, prefiero usar el HC-110 a diluciones más bajas [dilución A (1+15), dilución C (1+19) o dilución B (1+31)], pero en ese caso los tiempos de revelado de la HP5 Plus son muy cortos y las variaciones inevitables en un procesado casero en la cocina tienen más impacto que con los tiempo algo más amplios. Por ello, opté por la dilución E, que me da un tiempo de revelado muy cómodo.

Lo de ajustar el fotómetro a un índice de exposición un poquito más bajo que la sensibilidad nominal es algo que hago frecuentemente cuando fotografío con cámaras con fotómetro de medición ponderada al centro, porque normalmente me basta para compensar algún error puntual de evaluación de la escena que me pudiese dejar el fotograma subexpuesto. Pero definitivamente, es algo que no volveré a hace con la Minox GT-E, que sobrexpone algo. Realmente, a la vista de la densidad de los negativos, que es algo más alta de los previsto, pero cómoda de trabajar, probablemente incluso ajustado a un índice de exposición de 500 hubiera obtenido buenos resultados.

Lo cierto es que la exposición no fue el problema. En general tengo fotogramas consistentemente expuestos a lo largo de todo el carrete. Si hay cierta tendencia a la sobreexposición es sistemática, luego no estuve despistado en este aspecto a la hora de jugar con el interruptor x2 de la cámara cuando fue necesario, o hacer algún cambio en el ajuste de sensibilidades cuando preveía alguna sobre o subexposición.

Tratándose de paisajes, enfoqué en casi todo momento a la hiperfocal. Mientras hubo luz suficiente, con una sensibilidad de ISO 400, puede ajustar el diafragma a f/11, y poner la distancia de enfoque a la hiperfocal de f/8 con la ayuda de la escala de profundidades de campo que incluye el objetivo. Esas fotografías quedaron perfectamente nítidas.

Pero a últimas horas de la tarde, con la luz ya muy floja, con diafragmas de f/5,6 o menores, y con las distancias de enfoque propias de la hiperfocal del diafragma utilizado, la nitidez de la imagen, especialmente en las distancias largas, en el "infinito" se vio comprometida. Esto unido a que la prioridad a la apertura de la cámara hizo descender la velocidad de obturación a 1/30 segundo o algo menos. Como la cámara es muy ligera y tiene poca inercia, a pesar de que no hay espejos que produzcan vibraciones, es relativamente fácil que la imagen trepide un poco. Así que hay que ser conservadores al usar la escala de hiperfocales y usar en cada caso la correspondiente a un diafragma más amplio que el de trabajo, y evitar bajar del 1/30 segundo cuando se fotografíe a mano alzada con esta cámara.

Una observación. En algunas de las fotografías aparecen como manchitas negras. Especialmente en algunas zonas del cielo. Bueno... no son defectos. Son los mosquitos y otros insectos que salieron en abundancia conforme se iba acercando la puesta del sol.

Me quedaron algunos negativos por exponer, que terminé al día siguiente en un paseo por Zaragoza, en una mañana gris pero no desagradable.

Medio formato con Kodak Professional T-Max 100 (en Olympus Pen EE3)

A ves me pasa. En lo que llevo de año al menos en un par de ocasiones. A finales de primavera puse un carrete de Kodak Portra 400 en la Pentax MX con el fin de usarla en una tarde del mes de mayo... pero luego el tiempo meteorológico se torció, y ahí se quedó el carrete que fui disparando, sin un plan definido, durante todo el verano, con una mezcolanza de fotos y temas. No hice entrada de ese carrete... porque no tenía nada de especial que no hubiese dicho previamente sobre la cámara o la película.

Pero es que todavía ha sido más grave lo del carrete de Kodak Professional T-Max 100 que le puse a la pequeña Olympus Pen EE3 en el mes de abril. Y que no he terminado de exponer y, finalmente, revelar hasta el mes de noviembre. Bueno, igual es igual de grave. La Portra 400 en la MX da unos 36 fotogramas y tardé tres meses en revelarlo. La T-Max 100 en la Pen EE3 da algo más de 72 fotogramas, el doble, y he tardado en la práctica unos seis meses en terminarlo y revelarlo. El doble, también. Porque vamos a recordar que la Olympus Pen EE3 es una cámara de medio formato, que no de formato medio, para película de 35 mm. Es decir, que en lugar de los tradicionales negativos de 24 x 36 mm, con ocho perforaciones en cada avance de la película, nos da unos negativos de 24 x 17 mm, con cuatro perforaciones en cada avance de la película.

No. No son negativos de 24 x 18 mm como a veces se lee por ahí. El espacio que deja la cámara entre los negativos, para poder gestionarlos con comodidad hace que en lugar de la proporción entre sus lados de 4:3 que muchos afirman que tiene este formato, en realidad quede en 7:5. Adecuada para copiar en un papel de 13 x 18 cm que son, aproximadamente, 5 x 7 pulgadas en el sistema de medidas imperiales.

El caso es que, siendo poco menos que la mitad en superficie que el negativo tradicional de ocho perforaciones de paso, tiendo a usar la Olympus Pen EE3 con película de ISO 100 en lugar de los más cómodos y polivalentes ISO 400, para que el grano no cante en exceso. Soy de los que me agrada la estructura de la película tradicional en blanco y negro, pero no especialmente aficionado al grano como pelotones de Nivea para la playa.

La película con la que más me gustaba usar esta cámara era la Fujifilm Neopan 100 Acros, de grano muy fino, y fantásticas transiciones tonales. Pero sin problemas para usarla también con las películas de ISO 100/125 de Ilford, o con la Ilford XP2 Super 400 a un índice de exposición de 100/200. Tenía de todas formas las curiosidad de probar la película de Kodak de sensibilidad media, la T-Max 100.

Antes de seguir adelante, decir, afirmar, gritar, proclamar con cabreo, que odio la escasa, por no decir nula, estabilidad dimensional de las películas en blanco y negro de Kodak, que hacen que se curven, se doblen, se forman tirabuzones, que incluso tras varios días prensados bajo varias toneladas de libros, aun se resisten a desaparecer. Y si encima te dejas la película en la cámara durante seis meses,... pues te sale el rollo de un rebelde horrible, que luego es mucho más difícil que no acabe cogiendo porquerías, que dan un trabajo horrible para quitarlas, limpiarlas o clonarlas en un proceso mixto con su parte digital. Lo odio. Simplemente por eso, me dan igual las virtudes de la emulsión, lo más seguro que siga con Ilford.

No hay mucho más que explicar del resultado de la película. Revelada en HC-110, en dilución B (1:32 o 1+31, que es lo mismo), durante 6 minutos a 20 ºC, según las "recomendaciones del fabricante", da unos negativos con amplia gama tonal, menos contrastados que su "prima" la T-Max 400, y un grano muy contenido, por lo que no se hace muy notorio a pesar de ser negativos más reducidos que lo habitual. He entrecomillado lo de las "recomendaciones del fabricante", porque Kodak siempre es confuso con las recomendaciones para el HC-110. Supongo que es la diversidad de métodos de revelado que contempla, y la necesidad de desbrozar para qué versión de la película de las variantes en el tiempo o en el formato está establecido el tiempo recomendado.

He digitalizado los negativos con la Panasonic Lumix G9 y el Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH. Lo cierto es que, aunque la óptica de la cámara es bastante decente, no deja de ser una cámara concebida para un uso popular y con limitaciones, por lo que los 19 megapíxeles aprovechable finales son casi excesivos. Aunque con negativos bien expuestos, con buena luz y cuidadosamente digitalizados, el nivel de detalle obtenido no está mal. En fin. Que da igual. Que es un castigo manejar este película, así que seguiré tirando de Ilford.

De la montaña a los circuitos de carreras con una Leica M2 + Ilford XP2 Super 400

Para aquellos que sigan estas páginas directamente o a través de los enlaces a las mismas que aparecen en mi Cuaderno de ruta, en Twitter o en Facebook no será ningún secreto que últimamente la película Ilford XP2 Super 400 ha vuelto a ser, ya lo fue durante algún tiempo hace 20 años, mi preferida como película todo terreno. Sea en forma de cámara de un solo uso, con una prestigiosa Leica o con una compacta Olympus, siempre obtengo buenos resultados.

Recientemente volvía a cargar uno de estos carretes en la Leica M2, calzada esta con el Summicron 35 mm f/2 ASPH, objetivo de gran nitidez, probablemente uno de los mejores si no el mejor 35 mm para el formato 24 x 36 mm.

Hace unas semanas me la llevé a un paseo por los Pirineos aragoneses, caminando desde Zuriza hasta el paraje de Taxeras, al pie de la sierra de los Alanos. Uno de mis rincones favoritos de la cadena montañosa que une España y Francia. El día estaba muy luminoso y el contraste podría ser relativamente elevado. No tanto como en verano, ya se empieza a apreciar que el sol va más tumbado sobre el horizonte. Pero el día estaba relativamente radiante.

No importa. Como ya he comentado en otras ocasiones, la XP2 tiene una gran latitud de exposición, y digiere muy bien los contrastes, manteniendo la textura tanto en las luces como en las sombras. Quizá me faltó el filtro amarillo, para mejorar el contraste de los cielos. Aunque es una película bastante pancromática.

De todos modos, no hice muchas fotografías ese día con la M2. Por lo que, con el carrete bastante entero todavía, volvió a viajar al domingo de la semana siguiente. En esta ocasión al circuito de motocross de Motorland Aragón, donde se celebraban algunas pruebas del campeonato de España de esta disciplina del motociclismo.

He de recordar de nuevo que esta película de Ilford es única en estos momentos por ser una película en blanco y negro cromogénica, que se revela en cualquier laboratorio comercial con proceso C-41, que es el habitual para las películas negativas en color. Por lo tanto, es relativamente fácil encontrar un sitio para revelarla. También se puede revelar con química tradicional en blanco y negro con buenos resultados. Pero su gran latitud de exposición y su fino grano se consiguen especialmente con el proceso C-41. Este carrete me lo han revelado en Revelatum Revelado Analógico.

Como decía, la película tiene una latitud muy amplia, y el fabricante nos dice que se puede exponer a índices de exposición entre 50 y 800 sin problemas, con su óptimo en su sensibilidad nominal ISO 400. Eso sí, son muchos los que opinan que su óptimo está más bien en un índice de exposición de 200, puesto que manteniendo la nitidez global, el grano es más fino. Cuando se expone a IE 400 u 800, los resultados son buenos, pero en las sombras se aprecia el incremento del grano, mientras que en las luces apenas se nota. El grano no es feo, pero el desequilibrio en la estructura entre luces y sombras no siempre es lo mejor.

Por ello, yo suelo usarla exponiendo a un IE 200, sabiendo que si falta la luz puedo subir un tanto. En exteriores, esto supone que si le pones un diafragma de f/11 y una velocidad de exposición de 1/250, puedes tirar sin problemas a la hiperfocal y siempre que haya algo de sol, intenso o flojito. Si se nubla, todavía aguanta, aunque es mejor bajar un paso la exposición. Es casi como usar una cámara desechable, pero con una calidad de imagen de primer nivel. No te preocupas del enfoque, ni de medir la luz, sólo de conseguir el mejor encuadre.

Por supuesto, si es necesario, puedes corregir estos parámetros, afinar el enfoque con el telémetro de la Leica, e incluso hacer alguna foto en determinados interiores relativamente bien iluminados. Se puede usar sin problemas la cámara a f/2 y 1/30, sin que trepide. Por lo que considerando un IE de 400 u 800, hay mucho margen. No se dio el caso en estas excursiones.

En fin... que seguiré usando esta película durante mucho tiempo. Especialmente en excursiones y viajes. Muy polivalente.

Fotografía en blanco y negro a partir de toma digital

Desde hace un tiempo a esta parte, la fotografía digital tiene poco espacio en estas páginas. Esto se debe a algo fundamental. En estos momentos, la fotografía digital para mí es la fotografía de los viajes o la documentación eventual de un acontecimiento, una actividad o lo que sea. El desarrollo de mi afición fotográfica cuando no estoy de viaje se centra especialmente en la fotografía argéntica, y especialmente en el uso y comprensión de cámaras históricas o simplemente viejas, de antaño. Pero hoy voy a hacer una excepción. O mejor dicho no una excepción, porque para mí no son contrapuestos los distintos tipos de tecnologías fotográficas. Sino que voy a hablar de algo menos frecuente. Todo viene de una conversación mantenida ayer, mientras tomábamos un café, un té en mi caso, antes de entrar a una sesión matinal de cine.

La escena era simpática. Pero la combinación de colores, catastrófica. Sólo en monocromo se le puede sacar partido a esta foto de grupo robada.

Con la fotografía argéntica, el fotógrafo realiza una serie de elecciones a priori que condicionan el proceso y el resultado. ¿Voy a usar material sensible negativo o inversible? Hoy en día casi siempre negativos, a pesar de la reciente resurrección de algún clásico de la diapositiva. ¿Qué sensibilidad voy a usar; ISO 25, 100, 200, 400, 1600, 3200? ¿A su sensibilidad nominal, forzado, o sobreexpuesto y subrevelado? Y la que nos ocupa... ¿blanco y negro o color? Sin embargo, cuando usamos las cámaras digitales, salvo los que fotografían en formato JPEG en blanco y negro, que no tienen vuelta a atrás, en la mayor parte de los casos fotografiamos en color, sea en RAW o JPEG, y luego podemos decidir. El caso es que entre los aficionados aprecio una gran cantidad de crímenes contra la humanidad, o al menos contra el buen gusto, en las conversiones a blanco y negro de imágenes originalmente en color. En algunas de ellas, horrores similares al abuso que de las técnicas de alto rango dinámico (HDR en sus siglas en inglés), que también pueblan las redes sociales más populares. Exponía durante la conversación, que quienes nos hemos formado en su momento chapoteando en los laboratorios químicos, revelando nuestros carretes en blanco y negro y ampliando nuestras copias, somos más sensibles a horrorizarnos con este tratamiento de la fotografía monocroma. La discusión fue amena y dinámica. El caso es que he decidido hablar un poco de como oriento la fotografía en blanco y negro a partir de tomas en cámaras digitales.

Las fotografías que ilustrarán la entrada son fotografías originalmente en color, procedentes de mi reciente viaje a Taiwán. Todas realizadas el mismo día, el 30 de septiembre por la tarde, en Taisum; puede que aparezca alguna realizada ese día por la mañana en Taipéi.

A los niños y a la mayor parte de los retratos femeninos, los fuertes contrastes no les sientan nada bien. Lo cual no quiere decir que la fotografía en su conjunto no tenga un contraste amplio. Hay que controlar por zonas.

He de decir que, la mayor parte de las ocasiones, decido a priori que las fotografías de una sesión van a acabar siendo en blanco y negro. Y por lo tanto, en esas ocasiones, aunque el formato del archivo sea RAW, y por tanto con toda la información de color, ajusto el visor y la pantalla de la cámara en monocromo. En esta ocasión no fue así. Como además de la Panasonic Lumix G9 llevaba una Olympus mju-II con película Ilford XP2 Super 400, película negativa en blanco y negro, llevaba en la mente hacer las fotos en color. Pero que sepáis que esto es algo que hago así. Por ejemplo lo hice una tarde de lluvia en Roma en Semana Santa, o en la excursión que hicimos a Barbastro con la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ en junio.

Existen distintas formas de convertir los archivos en color a blanco y negro. No voy a repasarlas todas. Yo uso dos. La primera es aplicar unos determinados preajustes (presets) en Adobe Lightroom, que pretenden imitar a la película Ilford HP5+. Generan un aspecto con bajo contraste que es una buena forma de empezar a trabajar la imagen. La otra es usar la aplicación Silver Efex de la Nik Collection. La versión gratis que tenía Google, que es la que tengo yo, y que parece que todavía se puede conseguir en Archive.org, como explican en un vídeo en Youtube. Suerte. Porque Google ya la ha retirado, y la versión actual de DxO, muy muy similar a la anterior, la cobra a 69 dólares a fecha de hoy. Pero la cuestión es comenzar con un original de bajo contraste, y a partir de ahí ir modificando y ajustando. Con parsimonia, con mucha parsimonia, hasta llegar al resultado buscado. Nada de movimientos bruscos con los deslizadores de las distintas opciones. No seamos binarios, del todo o nada.

Nop. Una puesta de sol no necesariamente hay que fotografiarla en color. Para nada.

Cuidado con las recetas mágicas en internet, en forma de tutoriales, ya sea escritos, en vídeo o como sea, que proponen recetas mágicas, fáciles e inmediatas. Cada fotografía tiene sus exigencias y a partir del paso inicial a monocromo, el recorrido para cada una de ellas puede variar, y mucho. Voy a poner un ejemplo que encontré hace un tiempo. No lo voy a enlazar. Lo explico sin más. Se hace en Lightroom o en Adobe Camera RAW. Basicamente, es lo siguiente. Primer paso, "luces" al mínimo y "sombras" al máximo. Así conseguimos, una imagen de bajo contraste. Segundo paso, "blancos" llevados al límite derecho del histograma, sin pasarse, o pasándose muy poquito, y "negros" llevados al límite izquierdo del histograma, sin pasarse, o pasándose muy poquito. Así conseguimos una amplia gama de tonos. Todo esto suponiendo que teníamos una imagen correctamente expuesta claro. Y luego viene el tercer paso, el nefando, "claridad" a tope con un aumento brutal del microcontraste en los tonos medios. Con las fotos que usaba el tutorial, quedaba "bien". Veamos un ejemplo con una de mis fotos. Primero usando este método y después mi resultado personal.

Mi versión es mejorable... pero os aseguro que no en el sentido de la versión a base de máximos y mínimos en los deslizadores. Es un horror, especialmente cuanto más grande ves la imagen.

Obsérvese que la primera versión queda "rara". En su parte izquierda, muy contrastada y llamativa, en su parte derecha, de un gris raro. El aspecto final de una fotografía en blanco y negro es algo muy personal, y no hay una conversión correcta por encima de otras. Yo he optado por interpretación melancólica, con un contraste muy moderado. Pero lo que es seguro es que sí hay conversiones incorrectas, que quedan horribles, incluso si su perpetrador no lo percibe. Si no has tenido oportunidad de trabajar con la fotografía argéntica y con distintos materiales sensibles, quizá sea bueno que investigues cuál es el aspecto de las fotografías en blanco y negro que se consideran icónicas, significativas, históricas, o referentes en la historia de la fotografía. Y empápate de ellas. No encontrarás ninguna con esos aspectos llamativos. Cuidados con las redes sociales en las que hay mucho aficionado a la fotografía espectacular, que harán todo lo posible para obtener algo llamativo a partir de un original puede ser mejor o peor. Lo espectacular no es necesariamente bueno. Casi nunca es bueno. Al final cansa. O termina por ser todo igual.

Juega con las sombras y los espacios negativos, para que resalte el sujeto principal. Si no sabes que hacer con las sombras profundas, lee "El elogio de la sombra" de Junichiro Tanizaki, y a lo mejor te surgen ideas.

Al igual que hacíamos en bajo la luz de la ampliadora, trabaja la imagen por zonas, utilizando máscaras. Puede que un cielo necesite una menor luminosidad y un mayor contraste, mientras que el primer plano necesite más luz y quizá moderar el contraste. No siempre aumentar el microcontraste es bueno; en ocasiones, para conseguir efectos melancólicos o ensoñadores, viene bien disminuirlo. Antaño se hacía con la selección de la película y con la elección de un papel para la copia más o menos duro, con una superficie más o menos brillante o mate. Hoy en día es nuestro procesado. Siempre parsimonioso, introduciendo pequeños cambios a un tiempo.

No intentes ecualizar los tonos, repartiendolos a lo largo de todo el histograma. Mira a ver si es una escena en clave alta o en clave baja. No fuerces estas situaciones; que sea lo que pida la escena. El interior de la casa del consul general birtánico en Fort San Domingo, que hemos visto antes, pide claramente la clave baja, mientras que los niños asomados a las rejas de la ventana piden una clave alta. Siempre sin renunciar a una gama tonal amplia.

Cuidado con la tentación de rescatar en exceso con el detalle en las sombras; aunque lo permita el rango dinámico de tu cámara. Puedes acabar con la sensación original que transmitía la escena.

Tampoco hay una solución única a la cuestión de si una fotografía monocroma debe estar muy contrastada o no. Hay un punto de elección personal en eso. Pero no se puede ir en contra de la escena original. Si partes de una situación con mucho contraste, podrás moderarlo; pero si intentas convertirlo en una imagen de bajo contraste, acabarás haciendo un churro. Esto no suele suceder. Es más frecuente el "pecado" opuesto. Procesar contrastando en exceso una imagen que por sí era de luces suaves y contraste limitado. Además de los posibles artefactos en la imagen que pueden surgir, acabarás desvirtuando la escena. Que si te llamó la atención tal y como era... por algo será.

El mejor punto de partida, cuando el contraste está controlado desde el momento de la toma. A partir de ahí interpreta como quieras, pero con moderación, la escena final.

Resumiendo. Siempre que puedas, previsualiza la escena. Toma decisiones en el momento de la toma acordes al resultado final buscado, no improvises en exceso. Insisto, previsualiza el resultado final. Con el tiempo, la experiencia y el estudio de las fotografías de los mejores acabas consiguiéndolo. Y nunca proceses con cambios bruscos y violentos. Ve adaptando la imagen poco a poco al resultado previsualizado, evitando introducir artefactos, ruido excesivo, o situaciones poco naturales que sean rechazadas por el ojo que las ve. Aunque tú te hayas acostumbrado a ellas mientras las procesas. Y no olvides que blanco y negro no significa que una imagen tiene esos dos únicos tonos. Asume que es un sinónimo de monocromo, y que implica una gama tonal, más o menos amplia, pero adaptada a la escena y aun estilo personal que desarrollas poco a poco. Pero sobre todo, no seas bruto y no cometas los mismos errores que con los horrores del HDR. Provocarás desprendimientos de retina... que son muy graves.

La única foto que ha entrado en el artículo que no está realizada en Tamsui, sino en el edificio Taipei 101. En color era una porquería para tirarla a la basura, no había por donde cogerla. De todos modos, desde que tomé la foto, rebullía en mi cabeza la imagen monocroma.